Kuelap (Perú), Turu Ba Ri (Costa Rica), Cerro San Cristóbal (Chile), Oruro (Bolivia), Quito (Ecuador), Medellín o Chicamocha (Colombia), Río de Janeiro o Barroso (Brasil), Chapelco (Argentina)…
En las ciudades, en los complejos turísticos o, por supuesto, en las estaciones de esquí, ya son incontables los sistemas de transporte por cable instalados en el continente sudamericano. Toda una historia que debe mucho a una empresa, Poma, cuyas hazañas comenzaron gracias al genio y a la voluntad de un hombre: Jean Pomagalski. Este año, Poma celebra sus 80 años, y aprovechamos para presentar una reseña de su epopeya.
En 1936, Jean Pomagalski escribió oficialmente la primera página de una historia que había comenzado dos años atrás en la pista de L’Éclose, en Alpe d’Huez (Francia), cuando, el 6 de marzo de ese año, registró su primera patente para un telesquí o « dispositivo de arranque progresivo de una carga arrastrada por un cable que se desplaza a velocidad constante ».
¿Imaginaba que ese invento revolucionaría el mundo de la montaña, transformaría las áreas esquiables, participaría más que activamente en el auge y en la democratización del esquí, precedería a las aerosillas, a las telecabinas y a otros teletransportadores? ¿Imaginaba entonces que la orientación y el dinamismo que infundiría a su empresa iban a perdurar, que su espíritu ingenioso perduraría mucho después de su fallecimiento, en 1969? ¿Imaginaba ya que su estrategia y su visión del mundo empresarial, muy pronto orientadas hacia la exportación, seguirían vigentes aún hoy, 80 años después? Jean Pomagalski es y seguirá siendo una de las grandes figuras del mundo de la montaña, un hombre único que fundó una empresa única. Uno de esos seres que dejaron su nombre grabado en el olimpo de la montaña junto a otros, como Emile Allais, también reconocido en América del Sur.
Jean Pomagalski, que fue simultáneamente un visionario, un inventor, un hombre de mundo y un empresario genial, dejó su huella en su época, y su nombre continúa dejando huella en la nuestra. Esta es la reseña de la historia de un Hombre con « h » mayúscula, porque Poma es y seguirá siendo una formidable aventura humana dirigida por grandes hombres, por grandes pioneros.
Un inventor genial, un pionero de la primera hora
Jean Pomagalski era polonés, había nacido en Cracovia en 1905 y comenzó su carrera profesional en la albañilería y la construcción. Una visita que hizo a Charles Rossat, en Le Col de Porte (Francia), transformaría por completo su vida y el mundo de la montaña. Allí descubrió una instalación atípica, una especie de medio de elevación que permitía que los esquiadores se trasladaran, sin haber tenido que descalzarse, a la cima, donde comenzarían su descenso por la pendiente. De inmediato, se dejó llevar por la imaginación, por su inventiva, e ideó un prototipo de telesquí que no dejaría de perfeccionar, especialmente para lograr que las perchas pudieran desengancharse para almacenarlas en la estación y disponer de ellas en función de la demanda.
Aunque el primer telesquí diseñado por Jean Pomagalski se instaló en Alpe d’Huez cuando el esquí aún estaba en pañales, su genial invento rápidamente desplegó su poder de seducción más allá de las montañas de Oisans. Nacido de la observación de « cableados » que funcionaban como una especie de teleférico para mercancías y que se usaban principalmente para bajar la madera de los bosques o el forraje de las praderas alpinas, el primer telesquí no se parecía en nada a lo que conocemos hoy. Obviamente, era seguro para los pasajeros, pero no por eso dejaba de ser rudimentario, con sus postes telegráficos usados, un viejo eje de camión y un motor Ford de segunda mano. Sin embargo, el concepto era revolucionario y sedujo inmediatamente a otros centros franceses: Gets, Le Col de Porte y Villard-de-Lans. La reputación de Pomagalski no tardó en traspasar los Alpes del Norte y, antes de que Francia interviniera en la Segunda Guerra Mundial, ya había telesquíes de este fabricante en los Alpes del Sur, Puy-de-Dôme e, incluso, en los Pirineos Orientales. Si bien la guerra marcó un corte neto en los proyectos de Jean Pomagalski, que quedaron suspendidos, este retomó plenamente sus actividades al término del conflicto. El genial inventor luchaba en todos los frentes y desempeñaba todos los papeles: vendía los productos, llevaba las cuentas, dibujaba los diseños en papel y planificaba la construcción in situ, además de participar en el montaje de las instalaciones.
En 1955, Jean Pomagalski innovó aún más al crear la primera aerosilla Poma, que instalaría en las pendientes de Le Brévent, en Chamonix (Francia). Se trataba de un dispositivo monoplaza que ya contaba con una barandilla y era el precursor de las aerosillas biplazas que se instalarían en Francia: en Les Arcs, en Clusaz y en Chamonix, en las estribaciones del glaciar de Bossons. Había nacido Pomalift. Paralelamente, Jean Pomagalski continuó innovando con la aerosilla con cabina que presentó en 1965, formada por una cabina de plexiglás y un cascarón de poliéster, además de un faldón que podía levantarse y servía para proteger las piernas. Solo se fabricaron doscientas unidades, ya que este producto fue rápidamente reemplazado por las telecabinas.
La empresa crecía al mismo ritmo que las numerosas ideas de su fundador, y las instalaciones originales ya no bastaban. Entonces, Jean Pomagalski decidió adquirir unos talleres, cuya superficie rondaba los 20 000 m2, para producir allí unos 120 telesquíes por año y, sobre todo, algunas de sus otras innovaciones. Es que el pionero de los medios de elevación ya intuía que el transporte por cable podía y debía expandirse más allá de las montañas para aprovechar sus ventajas y beneficios intrínsecos en otros muchos campos de aplicación, además de las pendientes nevadas. De su imaginación surgieron entonces el « telemina », que, como su nombre lo indica, sirve para transportar a los mineros por los túneles subterráneos, y también los telesquíes náuticos, sistema que instaló en los lagos de Annecy y de Bourget (Francia) para la práctica del esquí náutico. Paralelamente, se interesó en otras áreas y experimentó con inventos relacionados con la nieve artificial, con la fabricación de medios de transporte con orugas y también con la preparación de pistas de esquí de plástico.
Jean Pomagalski incursionaba en todo, pero pensaba, antes que nada, en la seguridad, como lo prueban sus muchos inventos destinados a mejorar la seguridad del personal de mantenimiento y de los usuarios de los medios de elevación. De hecho, obtuvo la medalla de oro en el concurso Lépine de 1963 por un ingenioso sistema de rescate. Tres años después, nació la telecabina, que equiparía la estación de Val d’Isère (Francia). Para desarrollarla, Jean Pomagalski trabajó con la empresa de plásticos Sigma y con Francis Tauzin, el diseñador de los míticos « huevos » de cuatro plazas que serían, por mucho tiempo, la imagen de Pomalift. En 1966, Poma ya tenía una amplia gama de productos para responder a muchas necesidades, tanto en Francia como en el extranjero.
De Alpe d’Huez a Nueva Zelanda
Aunque el primer telesquí creado por Pomagalski se instaló en Alpe d’Huez, el fundador de la empresa rápidamente tuvo la idea de aventurarse fuera de los Alpes y más allá de las fronteras de Francia. El lanzamiento de las primeras telecabinas es un perfecto ejemplo de ello. Si bien la primera telecabina se instaló en Val d’Isère en 1966, la segunda se envió inmediatamente a Queenstown, en Nueva Zelanda. Esta tendencia había surgido antes de 1966, ya que « el que estaba siempre entre dos aviones » había recibido de manos del Ministro de Finanzas y Asuntos Económicos, el 4 de julio de 1960, el premio a la exportación que se otorgaba a la mejor empresa exportadora. En esa ocasión, Jean Pomagalski declaró: « Si nuestra empresa no hubiera empezado a exportar hace diez años, si nos hubiéramos conformado con suministrar tranquilamente solo a las estaciones de esquí de los alrededores, tal vez estaríamos ahora frente a un monopolio de telesquíes extranjeros allí donde hoy los dispositivos Pomagalski son líderes ». Luego añadió: « La razón principal de nuestro auge en los mercados extranjeros reside en el dinamismo de nuestra empresa, en su voluntad de permanecer a la vanguardia de la tecnología, manteniendo siempre el contacto con la competencia mundial ». En 1960, el 82 % del volumen de negocios de la empresa correspondía a operaciones de exportación. Gracias a los viajes de Jean Pomagalski por todo el mundo, la empresa ocupaba el primer lugar entre los proveedores de telesquíes y de aerosillas en Canadá, en los Estados Unidos, en Europa, en África del Norte, en Oriente Medio, en el Líbano e, incluso, en Irán. Pero el fundador de la empresa también apostó a otros mercados, especialmente en el hemisferio sur, y con un argumento económico de peso: « la inversión de las estaciones […] nos permite escalonar nuestros planes de fabricación y suavizar los picos de trabajo del taller ».
En 1963, Pomagalski SA construyó su dispositivo número 1000, y su fundador fue nombrado caballero de la Legión de Honor, todo un símbolo.
Se voltea una página, se escribe una historia
Con el fallecimiento de Jean Pomagalski, el 8 de julio de 1969, el mundo de los medios de elevación perdió a uno de sus pioneros y entró en un período de duelo. Gaston Cathiard, un hombre que conocía bien a Jean Pomagalski, tomaría el relevo y las riendas de la empresa. Efectivamente, ambos hombres habían trabajado juntos en 1937 durante la construcción de un telesquí para las pendientes de Mont Dore en Auvernia (Francia) y se encontrarían años más tarde en Irán para la construcción de una aerosilla. Gaston Cathiard conocía bien ese país, ya que había sido el instructor oficial del Sah y de su familia cuando visitaron Val d’Isère, y luego trabajó con su amigo Jean en Irán. Además, al igual que Pomagalski, a Gaston Cathiard no le faltaban ideas ni ingenio. Por ejemplo, en esa obra, Gaston Cathiard sugirió reemplazar por primera vez los pilotes de enrejado que se utilizaban entonces por pilotes de perfiles tubulares de acero. Este instructor de esquí era también guía de alta montaña y conocía bien ese mundo, había creado el sindicado de instructores de esquí de Francia y había participado en el desarrollo de las escuelas de esquí de todo el territorio francés.
Algunos meses después del fallecimiento de Jean Pomagalski, Gaston Cathiard tomó en sus manos el destino de la empresa. Cathiard admiraba enormemente a su predecesor y, apenas asumió el mando de la empresa, declaró, muy emocionado, que « Jean Pomagalski era un visionario, que tenía simultáneamente una visión de conjunto y un propósito final, además de una noción precisa de los pequeños detalles que conducen lejos. […] Sus telesquíes y su telecabina automática siguen siendo para sus colaboradores un precioso legado, revolucionario, con tal avance técnico que es imposible no compararlo con la tracción delantera de André Citroën ».
Aunque nada hacía suponer que Gaston Cathiard se convertiría en empresario, demostró ser un gran director, con una enorme capacidad para escuchar, que todos le reconocían. Al principio, se dedicaría a velar por la solidez financiera de la empresa y a implementar el control de gestión sin dejar de perpetuar el espíritu de Poma, basado en el progreso, principalmente técnico. También restructuró los departamentos comerciales y técnicos por sectores geográficos y creó una nueva dinámica dentro de un contexto de fuerte competencia. En esa época, Poma contrató muchos ingenieros, y un nuevo edificio alojó pronto a la gran familia de Poma.
Paralelamente, la empresa se modernizó, adquirió sus primeras computadoras y programas informáticos, y también diseñó algunos específicos para su propio uso. En términos de innovación, Poma continuó creciendo y, en 1972, creó su primera aerosilla desembragable, que se instaló en Pralognan-la-Vanoise (Francia). Al año siguiente, este fabricante lanzó al mercado la primera generación de estaciones motrices Delta, que se instalaron primero en Lanslevillard (Francia), la estación que tuvo la primera aerosilla de tres plazas en 1973. Durante el mismo año, Poma innovó aún más e inauguró la primera telecabina con seis asientos del mundo, instalada en Villard-de-Lans (Francia). Este nuevo equipamiento, con sus paneles laterales corredizos para acceder al interior de la cabina, estableció un nuevo estándar e impuso una nueva tecnología. Los pasajeros se distribuyen en tres banquetas de dos plazas y todo el sistema permite un flujo de aproximadamente 2 000 personas por hora.
El pilar llamado Gaston Cathiard
Sin duda, Gaston Cathiard dejó su huella impresa en Poma. La internacionalización y la exportación de los dispositivos, estrategias que nacieron con Jean Pomagalski, no solo se continuarían sino que se profundizarían mucho más. En 1977, había 3 500 telesquíes, 300 aerosillas y 80 telecabinas instalados en las pistas de esquí de 39 países. Bajo su batuta, los dispositivos de la empresa también ganarían en seguridad, capacidad, confort y estética. Además, en 1975, el Institut français d’esthétique industrielle (‘instituto francés de estética industrial’) galardonó a Poma en la categoría « forma e industria » por sus cabinas de seis plazas y por su sistema de suspensión. Y, como la estética de los dispositivos es tan importante, Poma no dudaría en rodearse de los mejores y en contratar, a lo largo de su historia, a formidables diseñadores, como el francés Roger Tallon, padre del TGV, el belga Philippe Neerman, responsable de la estética del metro de Lyon y del tranvía de Grenoble, y el italiano Pininfarina.
En 1977, Poma tenía 80 empleados, entre los que se contaban 21 ingenieros, y, prueba del entusiasmo provocado por sus productos e instalaciones en Francia y en todo el mundo, la planta industrial se amplió a 25 000 m2, con 14 000 m2 dedicados a la fábrica y los talleres.
La exportación se volvió cada vez más importante y permitió lanzar gran cantidad de novedades, lo que perpetuó la notoriedad de esta empresa líder del sector. En 1975, al volante del Departamento de Exportaciones estaba Jean-Pierre Cathiard, hijo de Gaston. Con su impulso, Poma instaló una telecabina turística en Santiago de Chile, además del mayor sistema de telecabina instalado hasta entonces —de 7,5 kilómetros de longitud— en el complejo de montaña Tochal, muy cerca de Teherán. Gracias a ese dinamismo y a las oportunidades disponibles en los mercados internacionales, Poma desarrolló una red de filiales, de licenciatarios y de agentes exclusivos en el extranjero. Al año siguiente, Poma fue elegida para fabricar una nueva instalación excepcional: el teleférico de La Bastille en Grenoble (Francia). En 1979, la empresa continuó creciendo y tomó el control de Sigma Plastique, que fabricaba las cabinas para muchos teletransportadores, y, desde entonces, lo haría exclusivamente para Poma.
En esa misma época, Cathiard hijo fue nombrado Director General e inauguró una nueva política de diversificación. Poma se interesó desde entonces en el mundo de la minería y del transporte de mercadería, en el universo de los parques recreativos y de los atractivos turísticos. También se creó un departamento dedicado exclusivamente a los teleféricos y a las máquinas especiales, principalmente con el objetivo de desarrollar los primeros teleféricos. Al mismo tiempo, Gaston Cathiard, el padre, que era un visionario, lanzó la iniciativa Poma 2000 con el apoyo del Ministerio de Transporte de Francia. ¿Cuál era el objetivo de esta iniciativa? Analizar detalladamente la problemática del transporte por cable en entornos urbanos.
Aunque la empresa evolucionó, se transformó y, literalmente, adquirió una nueva dimensión desde que la fundó Jean Pomagalski, sus valores y sus principios empresariales perduraron. Prueba de ello es que, después del premio a la exportación que Jean Pomagalski recibió en 1960, también Gaston Cathiard fue galardonado con el premio al desempeño excepcional en materia de exportación, en 1979, un año antes de ceder el mando de la empresa a su hijo Jean-Pierre.
Jean-Pierre Cathiard, el hombre de las grandes primicias
Cuando su padre le confió la dirección de la empresa, Jean-Pierre Cathiard no era un desconocido entre el personal ni en el mundo de la montaña. Antes de convertirse en Director General de la casa matriz de Poma, había sido miembro y luego entrenador del equipo francés de esquí alpino, instructor de esquí, director de una escuela de esquí, representante de Poma en Australia, encargado de la explotación de los medios de elevación de Valloire (Francia) y Director de Exportaciones. Conocía la empresa, su historia, su legado y sus valores. En 1980, con el respaldo de Jean Gauthier, que se había incorporado a Poma en 1976 como Director Financiero —y que es hoy su Director General—, Jean-Pierre Cathiard infundió nuevos aires de modernidad a la empresa. Bajo su dirección, Poma se lanzó a fabricar grandes o, mejor dicho, enormes sistemas de suspensión, como el teleférico de la cima Caron en Val Thorens (Francia), inaugurado en 1983, con capacidad para 151 personas. Además, decidió completar su gama de productos con la venta de pequeños telesquíes para principiantes, aerosillas desembragables livianas y nuevas estaciones Alpha preensambladas en el taller. Un año antes, la iniciativa Poma 2000, impulsada por Gaston Cathiard, se concretó con la instalación del primer transporte urbano por cable en Laon (Francia).
Desde que asumió su cargo, Jean-Pierre Cathiard se esforzó por hacer de la innovación y de la exportación las marcas registradas de Poma. Como experto conocedor del mundo de la montaña, el ex Director de Exportaciones partió a la conquista de nuevos mercados, allí donde el esquí estaba creciendo de manera espectacular.
En la misma época en que se inauguraba el teleférico de la cima Caron, Japón instalaba su primera aerosilla desembragable y la estación de Saint-Pierre-de-Chartreuse (Francia) estrenaba la primera telecabina de seis plazas en el mundo capaz desplazarse a una velocidad de cinco metros por segundo. El año 1984, por su parte, se destacó por otra primicia mundial: Poma instaló su primera telecabina para diez pasajeros parados, que permitía un flujo de 2400 personas por hora.
Cada año estuvo marcado por un récord o una primicia en particular. En 1985, Poma batió su propio récord al transportar unas 3060 personas por hora en su nuevo dispositivo instalado en Squaw Valley (Estados Unidos). Cabe destacar que, en ese entonces, el país del Tío Sam depositó su confianza en Poma y le compró muchos dispositivos fabricados en Francia. Ese mismo año, Poma instaló los pilotes más altos del mundo para su efímera telecabina que cruzaba el Misisipi, construida para la Exposición Internacional de Nueva Orleans. En 1986, Poma inauguró el teleférico más importante del mundo en Courchevel (Francia), donde las cabinas de la Saulire podían transportar hasta 160 pasajeros simultáneamente, además de la primera telecabina de 10 plazas, que permitía un flujo de 2600 personas por hora en Megève (Francia). Ese mismo año, Argelia estrenó su primer teleférico. Dos años más tarde, la empresa se propuso conquistar al mercado chino con sus primeras telecabinas en la Gran Muralla, y a Canadá, donde instaló una primera telecabina para 10 pasajeros. El hecho sobresaliente del año 1989 fue la creación del funicular más alto de Francia, en la estación de Deux Alpes.
Para hacer frente a una competencia mundial tan intensa, Jean-Pierre Cathiard fomentó un verdadero espíritu competitivo y de competitivad, y, en 1988, inauguró nuevas oficinas para la Dirección General, el Departamento Comercial y la Dirección de Logística.
Una verdadera dupla de ataque
Jean-Pierre Cathiard y Jean Gauthier formaron una dupla eficiente y visionaria. A principios de la década de 1990, en plena crisis económica, estos dos hombres se anticiparon al futuro y reestructuraron la empresa. Las perchas, los asientos y las cabinas se diseñarían en la planta de Sigma, los mecanismos de los sistemas desembragables y las estructuras metálicas se fabricarían en Sacmi, la electrónica y los automatismos serían diseñados por Semer, y Comaq se encargaría de la ingeniería civil y del montaje de los sistemas Poma tanto en Francia como en el extranjero. Paralelamente, Poma se hizo cargo de las actividades de la empresa Skirail, del fabricante italiano Agudio, y selló su alianza con OTIS mediante la creación de una joint venture. Gracias al impulso de Jean-Paul Huard, quien, en esa época, era el Director General, y de Christian Bouvier, su Director Comercial, Poma se lanzó a desarrollar una nueva gama de sistemas desembragables denominada Gama 21, totalmente estandarizada e industrializada. Era un proyecto revolucionario que suponía partir de una estructura básica a la cual se podían añadir módulos específicos para proporcionar características especiales a cada sistema.
Jean-Pierre Cathiard cede el mando
La decisión se oficializó el 31 de mayo de 2000 y se difundió a través de un comunicado de prensa: « Al acercarse a su sexagésimo aniversario, el señor Jean-Pierre Cathiard, Presidente de Pomagalski desde hace veinte años, ha decidido transferir la mayoría de las acciones de su empresa a Michael Seeber, Director del grupo de negocios italiano que lleva su nombre. Michael Seeber dirige un holding industrial que opera en los sectores de la construcción, del turismo y también de los medios de elevación, puesto que adquirió la empresa italiana Leitner en 1993. Ha tomado esta decisión con el propósito de garantizar la continuidad de Poma ». El acuerdo suscripto preveía, evidentemente, la creación de sinergias entre ambos fabricantes de medios de elevación, pero se mantenía la independencia de Poma, que gozaba de gran reputación a nivel mundial. Cada empresa conservaría su integridad, su personal y sus conocimientos en materia de configuración de dispositivos y soluciones ofrecidas a los clientes.
Poma cambiaría, de hecho, de estatuto y tendría un Consejo de Administración, presidido por Michael Seeber, además de un Directorio, compuesto por Jean Souchal, Jean-Paul Huard, Christian Bouvier, Philippe Clément y Jean Gauthier, que lo presidiría. En lo sucesivo, Poma y Leitner trabajarían en total sinergia, especialmente en el plano tecnológico. De ese trabajo conjunto surgió, en particular, la pinza desembragable común: la LPA de Leitner Poma Automatic.
Una nueva era
Con Jean Gauthier y, más tarde, Jean Souchal al frente del Directorio, Poma hizo magníficas exportaciones, creó nuevos productos, incursionó en nuevos sectores, preparó y concretó nuevas asociaciones y ahora opera no solo en el sector de la nieve, sino también en el turismo, el desarrollo urbano, el entretenimiento, la ciencia y la industria. Poma ha multiplicado sus excepcionales dispositivos en todas las áreas en las que está presente, respetando siempre los principios de Jean Pomagalski y superando una y otra vez los límites de lo posible. Esa búsqueda de la excelencia, de proyectos o de dispositivos atípicos o complejos, de la innovación, del respeto del medioambiente y del desarrollo sostenible, sin omitir el profundo respeto por las personas, sean clientes o empleados, han hecho de Poma la empresa que es hoy, la empresa que ha sabido perdurar a través del tiempo. En la actualidad, Poma está presente en 80 países con más de 8000 instalaciones en los cinco continentes.
Para lograrlo, cuenta con 14 filiales en todo el mundo, además de 20 oficinas y 29 representantes. En esta última década, Poma ha fabricado dispositivos extraordinarios en todos sus sectores de actividad. Las grandes ruedas de Londres, de Las Vegas o de Macao para la industria del entretenimiento; la telecabina de Huashan o el funicular de Shenzen en China, el de Montmartre en Francia y la telecabina de Vin Pearl en Vietnam para el sector turístico; el teleférico industrial de Saint-Egrève suministrado a la empresa Ciment Vicat y los cables aéreos de Hoover Dam en los Estados Unidos, sin olvidar el teletransportador suministrado a Apiaï en Brasil para el transporte de mercadería. El teleférico de Roosevelt Island en Nueva York, la red de transporte por cable Metrocable de Medellín, que cada vez tiene más líneas, y también la telecabina rusa de Nijni Novgorod, además de los Automated People Mover, especialmente el instalado en El Cairo, que ilustran perfectamente la nueva dinámica de Poma en favor del transporte urbano por cable.
En cuanto a la ciencia, la conexión « Blanc-Blanc » del CEA de Grenoble, que une dos salas estériles de un mismo sitio será siempre una instalación extraordinaria en la que Poma tuvo que superar problemáticas, limitaciones y desafíos muy complejos. ¿Y qué sucede con la nieve? ¿Qué logros deberíamos citar? ¿En qué continente? El teleférico Vanoise Express que comunica las áreas esquiables de Les Arcs y de La Plagne, el Télémix des Jeux en Alpe d’Huez, la aerosilla desembragable de 8 plazas que une Les Colosses con La Plagne e, incluso, el 3S Prodains Express en Avoriaz son solo algunas de las instalaciones relevantes en Francia, aunque, evidentemente, no son las únicas. Poma también participó en los Juegos Olímpicos de Invierno, ya que sus medios de elevación transportaron a muchos de los campeones olímpicos con motivo de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno. Es imposible citar todos los dispositivos y sistemas que Poma construyó en el mundo entero, pero sí podemos decir que todos ellos tienen un propósito, una utilidad, una función que cumplir.
Hoy Poma festeja sus 80 años, pero continúa apoyándose en la riqueza de su pasado, en la experiencia adquirida en numerosas obras, en el espíritu de los pioneros que la dirigieron, en el anhelo de iniciativa y de innovación, y en el profundo respeto por las personas y su entorno, aunque se mantiene decididamente orientada al futuro, porque, quien sabe, tal vez el pasado pueda echar luz sobre el futuro.
Las puertas del futuro se abren para aquellos que saben empujarlas y Poma, como lo ha mostrado y demostrado, sabe empujar hacia la excelencia para tutearse con las cumbres.
Poma y América del Sur: una larga historia
Mientras instalaba sus primeros medios de elevación en Francia, Jean Pomagalski ya proyectaba involucrarse en el auge de la montaña en América del Sur, especialmente en Chile. Desde 1962, este pionero ya trabajaba en la instalación de los primeros telesquíes y aerosillas en La Parva y en Portillo. Además, es de destacar que participó activamente en la fabricación e instalación de las aerosillas que se utilizaron en los Campeonatos del Mundo de Esquí Alpino de Portillo. Desde entonces, Poma ha fabricado y suministrado numerosos medios de elevación para los centros de esquí de Chile y de Argentina, como por ejemplo, para el Cerro Chapelco el año pasado.
También en América del Sur, más que en ningún otro lado, Poma produjo para las ciudades. Medellín fue, de hecho, la primera localidad en confiar en el transporte urbano por cable y en Poma, desde 2004. Ese año, nació y comenzó a crecer el Metrocable, que hoy cuenta con no menos de cinco líneas de telecabinas. El objetivo es lograr que la ciudad sea aún más accesible para todos sus habitantes, desarrollar el transporte urbano e integrarlo, al mismo tiempo, en la política ambiental. Gracias al transporte por cable, Medellín también ganó su apuesta: ofrecer medios de transporte público respetuosos del medioambiente, perfectamente planificados y preparados para responder a las necesidades y exigencias de los ciudadanos. Posteriormente, muchas ciudades, como Río de Janeiro y Santiago de Chile, han hecho frente a este desafío y han instalado una red de transporte urbano por cable.
Poma también ha desarrollado nuevas soluciones en materia de transporte para muchos lugares turísticos como Turu Ba Ri (Costa Rica), Quito (Ecuador), Chicamocha (Colombia) y, más recientemente, Oruro (Bolivia) y Kuelap (Perú). En Zacatecas (México), Poma se encargó, hace poco, de reemplazar el viejo teleférico con una moderna telecabina, que permite conectar las colinas Cerro de la Bufa y Cerro del Grillo, y que se convirtió en uno de los atractivos más visitados de la ciudad.
Paralelamente, Poma intervino también en el mundo de la minería con diferentes productos e instalaciones. En 2011, Poma se encargó de aumentar la capacidad del teleférico industrial de Apiai, en Brasil, que fue creado en 1973 por Agudio, una filial del grupo. Ese teleférico cuenta con una estación intermedia y « sobrevuela » la selva que separa la ciudad de la cantera, y, hasta entonces, transportaba 300 toneladas de piedra caliza por hora. En La Oroya (Perú), Poma instaló un sistema de transporte por cable dedicado exclusivamente a transportar mercaderías, la solución ideal para este tipo de demanda. Más recientemente, para dar respuesta a las expectativas y a la problemática de LafargeHolcim en la planta de Barroso, en Brasil, la filial Agudio del grupo Poma desplegó su imaginación y pensó en grande para diseñar e instalar un medio excepcional: una verdadera « cinta voladora » para el transporte de materiales.
Hace ya cincuenta años que Poma está presente en América del Sur, acompañando a sus clientes en sus proyectos, tanto en la nieve como en el transporte urbano por cable, en el transporte turístico o en el ámbito de la minería. Jean Pomagalski fue el primero en comprometerse a trabajar para América del Sur y sus sucesores se han ocupado de mantener vivo el espíritu de Poma, sus principios y sus valores.
Fuente: Editorial Glenat, Poma, 80 ans de transport par câble, de la montagne à la ville (« Poma: 80 años de transporte por cable »)
Fotos: Poma, JP Gardet, DR